Flores para Algernon - Daniel Keyes



Algernon es el nombre de un ratón de laboratorio. Un nombre muy apropiado desde el punto de vista etimológico pues proviene la Normandía francesa y significa con bigotes, pero el título de esta magnífica obra es tan solo un hilo conductor para la verdadera historia.

El protagonista, Charlie Gordon, es un adulto con discapacidad intelectual pero, y de forma muy común en estas personas, tiene una inmensa inteligencia emocional. La obra yuxtapone el conflicto
entre estas dos formas de inteligencia; aquella más pragmática que nos resuelve los problemas del día a día y aquella que nos convierte en personas empáticas.

Charlie Gordon es escogido para una intervención quirúrgica con el fin de mejorar sus capacidades cognitivas. A día de hoy, no sabría decir si también cuando la obra fue publicada, la experimentación con humanos es ilícita además de moralmente cuestionable, sobre todo, si como en este caso, aún no se ha finalizado el experimento con el ratón de laboratorio que sirve de sujeto cero.

La operación es un éxito y en poco tiempo, Charlie Gordon, como único narrador en primera persona nos cuenta la evolución que sufre en ambos planos de inteligencia; la lógica y la emocional
(o sensible). Notamos que ambas son inversamente proporcionales pues a medida que Charlie comprende el mundo que le rodea, sus amistades, su trabajo en la panadería, su familia, se vuelve más huraño. Nada que ver con la persona que era antes de la operación. Se trata del viaje interior hasta los límites de la inteligencia. 

En poco tiempo Charlie supera en inteligencia a los científicos que lo trataron y reiteradamente deja entrever las carencias humanas en la experimentación y denosta su inteligencia como crítica a la especialización. Por un lado se siente como una rata de laboratorio (parafraseando a Carl Sagan: "En el laboratorio se llama ratas a los ratones para insensibilizar") continuamente expuesto a miradas analíticas y por otro lado no comprender que, éstas personas, las más inteligentes en su sector, tengan dudas o  no comprendan nada relacionado con otras áreas de conocimiento.

El autor provoca aquí la compasión del lector de manera continuada. Es muy fácil sentir lástima por Charlie antes de la operación ya que comprendes la condescendencia y el desamparo con el continuamente le tratan pero no surge la ira, aún no. La ira surge de manera simultánea con el
protagonista al ser consciente del abandono de su familia, de las burlas de sus amistades.
Daniel Keyes manipula al lector con estos juegos emocionales de manera magistral. No existe villano en esta historia o directamente es la sociedad envilecida de la que el lector forma parte.

Una obra de relectura obligada.

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