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Mostrando entradas de agosto, 2019

La Serpiente Uróboros (E.R. Eddison)

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...Y así sucede con la lectura de todos los grandes libros: sólo tenemos que volver a tomar del estante nuestros libros favoritos: sus personajes y relatos, que  habitan en el limbo oscuro de la tinta y el papel dentro de tapas cerradas, saltarán de nuevo a la vida en nuestra imaginación. Pero el Uróboros rodea algo más que la simple lectura. El dragón que se come su propia cola y siempre se renueva simboliza el esquema del amor a la belleza en nuestras mentes. Cuando experimentamos la belleza bajo cualquier forma, sólo tenemos que recordarla y volver a ella, y renacerá para que volvamos a amarla descubriendo en ella nuevas cosas dignas de ser amadas: otra mañana en el museo, otra velada en la sala de conciertos, otra tarde en el teatro, otra excursión al lago, otro paseo bajo los árboles favoritos, otra botella de ese vino preferido, otra mirada sonriente a esa cara que amamos por encima de todas. Paul Edmund Thomas - Introducción La Serpiente Uróboros (E.R. Eddison)

Mito de Faetón

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Mito de Faetón La caída de Faetón de Rubens (pintura renacentista) Faetón hijo de Helios (Hiperión o hijo del Titán Hiperión según que texto) fue agraviado y menospreciado por su amigo Épafo que le retó a demostrar su linaje. Para ello, Faetón se presentó ante su padre, el Dios Sol para pedirle una prueba irrefutable. Helios había jurado previamente ante la laguna estigia, laguna del mundo subterráneo del reino de los muertos donde no llega la luz, conceder cualquier deseo a su hijo Faetón. Cualquier juramento pronunciado en d icha laguna es inquebrantable. Faetón pidió a su padre conducir la cuadriga durante un día, algo que Helios lamentaba pues ni el propio Dios tronante era capaz de hacer. Según la tradición mitológica se trataba de un carro tirado por cuatro caballos alados cuyas crines despedían fuego. Faetón de Gustave Moreau (simbolismo y romanticismo) Faetón perdió el control de las riendas y la cuadriga se desvío. En los cielos, fue causa de pánico entre hostil

Utøya

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Acurrucado tras el árbol, se hunde entre las ramas que sobresalen de la tierra y se contorsiona con las rodillas tocando su nariz. Tiembla. Se escuchan disparos pero su sonido rebota víctima del eco en los árboles del bosque. Es imposible adivinar de donde proviene el estruendoso golpe de la muerte. Sigue acurrucado y el pánico le ofrece un segundo de tregua para abrir un ojo. La gente huye hacia el interior del paupérrimo bosque inconsciente de que allí solo hay un acantilado y el agua que espera a menos diez grados. Decide seguir escondido y esperar a que llegue la policía. Suenan más disparos y más gritos. Todo el mundo corre salvo una figura que camina. Levantarse es demasiado peligroso. Los disparos suenan cada vez más cerca pero sabe que es mejor seguir escondido o es el shock que le ha dejado paralizado. Esperará a la policía. Uno de los corredores resbala y cae justo al lado. Se arrastra hasta el pequeño hueco con la cara ensangrentada y llena de tierra. -Nos disparan-